"Nada es lo que parece"
Érase una vez, dos niños muy traviesos y aventureros, llamados Joan y Melisa. Vivían en la ciudad de “Si lo sé no vengo” que era oscura, aburrida y triste, de ahí el nombre que le ponían sus visitantes. Un día cualquiera, su padre les envió a comprar al supermercado de “Si lo sé no compro” que era oscuro, aburrido y muy triste, de ahí el nombre que le ponían sus compradores. Joan y Melisa cogieron el dinero que les dió su padre y fueron decididos camino al supermercado, pero cuál fue su sorpresa que en una de las calles, al girar la esquina, encontraron una tienda de chuches que se llamaba “Si lo sé sí entro” que a diferencia de las demás era colorida, dulce y muy alegre, de ahí el nombre que le ponían los niños que entraban.
Joan y Melisa dudaron, sentían mucha curiosidad, pero tenían una misión, ir al supermercado de “Si lo sé no compro”. Melisa dió un paso al frente, Joan la miró asustado pero dió dos pasos más hacia la tienda de chuches. Melisa le dijo “No deberíamos entrar…”, a lo que Joan contestó “Solo será un momento, será solo para mirar”. Y cogidos de la mano se adentraron
en aquella tienda colorida, dulce y alegre. Un olor azucarado les envolvió y la tienda de “Si lo sé sí entro” les dejó ver estanterías repletas de dulces que llegaban hasta el cielo, nubes de algodón sobre sus cabezas y regalices por todos lados. Joan y Melisa estaban asombrados, era la mejor tienda que habían visto nunca. En la ciudad de “Si lo sé no vengo” no había sitio igual.
Les atendió una mujer delgada, alta y con una sonrisa muy amable, su nombre era Petra y les dijo a los niños que podían coger todas las chuches que quisieran. Tom se emocionó muchísimo y se puso a escalar por las estanterías abriendo los botes, cogiendo caramelos y chuches de todos los tipos, colores y sabores. Melisa en cambio, comenzó a saltar para cazar las nubes de algodón. Cuando de repente, la tienda comenzó a cambiar de color mágicamente. Las nubes ya no eran rosa chicle, las estanterías no llegaban hasta el cielo y el olor azucarado que les había envuelto al entrar, comenzaba a oler a alcantarilla. Joan, se paró asustado y desde arriba de una estantería pudo observar que en aquella tienda de “Si lo sé sí entro” solo habían entrado dos niños, él y su hermana. La puerta se cerró de golpe y Petra apareció diciendo: “Lo que os parecía una tienda de ensueño no es más que una trampa, ahora vosotros sois míos, y os volveréis oscuros, aburridos y tristes, como esta ciudad”. “Nooooooooo” gritaron los hermanos, y desde las alturas Joan se lanzó sobre Petra mientras que Melisa forcejeaba la puerta con ayuda de las regalices. Y sin saber cómo, “¡crack!” la puerta se abrió y los dos niños salieron corriendo de ella.
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