ACONSTELACION.VII Soler. Borja Valero, Manuel Pérez, Sara Vázquezy Adrián Navarro
¡Buenas tardes compañer@s!
Bienvenidos a nustra constelación literaria de Blancanieves.
Os dejamos nuestro relato literario para que le echéis un vistazo, esperamos que os guste.
Érase una vez, en un reino no muy lejos del que te imaginas, vivía una joven y hermosa princesa con tez pálida y de pelo rojo como el fuego llamada Blancanieves. Vivía en un castillo en lo alto de un acantilado al borde del mar. Pero no lo hacía en solitario, junto a ella vivía su madrastra, una mujer muy mala y vanidosa. A esta le gustaba mucho los conjuros y la magia. En cambio a Blancanieves, le gustaba mucho pintar retratos de mujeres bellas, bellas como ella.
Una mañana, la madrastra salió a pasear hacia el pueblo. Cuando llegó, vio que había un gran mercadillo. Una vez que estaba en él, se paró en un puesto, ya que un gran espejo consiguió captar su atención. Se acercó a la mujer que vendía en ese puesto y le dijo:
-Hola, estoy interesada en comprar este espejo.
A lo que la vendedora le contestó:
-De acuerdo, pero antes te diré que este espejo es de procedencia veneciana y es especial, aquellas personas que creen en la magia, cuando se miran en el espejo en repetidas ocasiones, pueden llegar a perder la cordura, ya que el espejo revela tus mayores deseos.
-Vale, lo tendré en cuenta, contestó la madrastra.
La madrastra marchó veloz hacia su reino, pues tenía ganas de colgar el espejo y ver si realmente sucedía algo especial al reflejarse. Nada más llegar, colgó el gran espejo y de repente, un destello iluminó la estancia. Ella quedó asombrada al asomarse y mirarse en el espejo, ya que en él se podían ver pequeñas escenas de deseos que ella tenía.
La madrastra deseaba ser la más bella del reino, más aún que Blancanieves.
Cuando la malvada madrastra se volvió a mirar en el espejo, pensó con todas su ganas el deseo de conseguir ser más hermosa que Blancanieves. Tras reflejarse, vio la escena en la que Blancanieves era la más bella y joven, pero lo que más le impactó de aquellas imágenes fué cuando vió aparecer a Blancanieves muerta.
La malvada madrastra pensó que ella misma no podía matar a Blancanieves, así que decidió coger la barca e ir en busca de unos piratas que vivían cerca del acantilado. Encontró a cinco piratas, pero se dio cuenta que uno de ellos tenía mayor poder frente al resto. Este, era malvado y cruel, no tenía sentimientos, era capaz de hacer cualquier cosa.
Esto le vino como anillo al dedo a la madrastra, ya que le pidió a cambio de un saco de monedas de oro, que consiguiera el corazón de Blancanieves y lo metiera en un cofre de madera.
A Blancanieves le gustaba pasar las tardes en el acantilado viendo las preciosas vistas. Una de esas tardes el pirata cuando la vio desprevenida y la intentó atacar, pero se quedó tan asombrado por su belleza que le dió mucha pena acabar con su vida. El pirata finalmente decidió entregarle a la madrastra el corazón de un animal simulando que era el de Blancanieves. Blancanieves se percató del peligro y decidió alejarse y huir de su casa.
Tras pasar la noche caminando por el bosque, encontró una casita muy adorable y decidió hospedarse allí pensando que no vivía nadie. Al acercarse a la puerta vió como la casa tenía nombre: Thorin y compañía. Pensó que quizás allí vivía alguien, pero no había vuelta atrás, ya que necesitaba refugio. Entró y encontró siete camas con un nombre distinto cada una.
Exhausta, como no era de extrañar tras una larga noche caminando, Blancanieves se quedó profundamente dormida. Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete enanos cuyo líder se llamaba Thorin. Nada más entrar, se quedaron patidifusos al ver a la bella joven durmiendo en sus camas. Cuando despertó Blancanieves, vió a cada uno de ellos. Parecían todos muy serios, robustos y con una barba muy larga. Tremendamente asustada salió de la casa. Corrió y corrió hasta que encontró una serpiente. A ella se le daba bien hablar con los animales, tenía la habilidad de entenderlos.
Por ello, decidió hambrienta, preguntarle dónde podía encontrar algo de comida. Sin pensarlo, la serpiente le llevó hacia un manzano, pero le advirtió que no podía comer ninguna, tan solo podía coger los frutos que había en la tierra. Blancanieves, tentada, cogió la única manzana, roja y brillante, que había colgada en el árbol. Sin pensárselo dos veces, le pegó un pequeño mordisco. Al instante, cayó al suelo profundamente dormida.
Tras varias horas tirada en la tierra durmiendo, Thorin y los demás enanos encontraron a la hermosa joven tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que estaba muerta. Los malvados enanos se la querían llevar cuando de repente, apareció un apuesto caballero llamado Jobs, que cruzaba el bosque en su caballo. El caballero nada más verla, quedó maravillado por su belleza y les pidió a los enanos que se marcharan, puesto que él disponía de una pócima mágica creada por él que conseguiría despertarla. Y así fué, tras darle la pócima Blancanieves se despertó y pudo darle las gracias a Jobs de haberle salvado la vida.
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