K-RTAS
La lluvia caía por los tejados de Hogwarts, mientras la luz de los relámpagos iluminaba la cúpula del gran comedor. Harry se disponía a cenar cuando, de repente, una lechuza dejó caer un sobre en el plato del mago. Con cuidado lo abrió y descubrió una nota en su interior. Se le informaba de un importante acontecimiento que tendría lugar dentro de poco y al que debía acudir. No obstante, antes debía hacer llegar una nota con la información del evento a otro personaje.
Harry finalmente se decantó por un astuto bandolero que ayudaba a los más desfavorecidos.
Hizo la nueva carta con las indicaciones que había recibido y viajó con los polvos Flu al bosque de Sherwood. Una vez en el bosque, camufló la carta en una de las bolsas de oro del carruaje del Rey con su capa de invisibilidad y esperó a que el bandolero recibiera su carta.
—¿Qué querrá decir esto? —se preguntaba Robin. —Tendré que seguir las indicaciones y hacérselo saber a la princesa de Alderaan.
Una buena mañana llegó a los Mundos del Núcleo la noticia para Leia. Debía abandonar Polis Massa para reunirse con personas todavía desconocidas para ella. Sorprendida y asustada a partes iguales, decidió emprender el rumbo, pues su planeta distaba mucho del lugar al que debía acudir.
Mientras tanto, Pocahontas hablaba con Abuela Sauce cuando, de repente, un destello iluminó el cielo sobre los árboles y la joven acudió al lugar donde parecía haber caído aquel extraño rayo celeste.
En una roca incrustada, se encontraba una pequeña cápsula de metal con un pergamino en su interior, con unas instrucciones que el destinatario debía seguir.
La joven preparó un frasco, introdujo las instrucciones y lo lanzó desde una cascada cuya corriente llegaba al archipiélago en el que se encontraba el náufrago más famoso del mundo, Robinson Crusoe.
Desfallecido por el hambre, Robinson se encontraba intentando pescar cuando un destello proveniente de alta mar le hizo nadar con todas sus fuerzas hasta aquel flotante objeto.
Una vez lo alcanzó y leyó el contenido, preparó tres pedazos de hoja en el que escribió las instrucciones y las metió en tres botellas. Seguidamente preparó una montaña de hojas verdes que prendió con el fuego de la hoguera para generar una llamativa columna de humo.
Por fortuna, un barco que por allí pasaba, el cual presumían ser más fuerte que el titanio, recogió al náufrago junto a las tres botellas. Lo alojaron en el camarote de Jacobo y Rosa, una joven pareja algo distanciada en familia pero cercana en corazón. Fué al ver tal pureza de su amor que el náufrago les invitó a bajar en el siguiente puerto y acompañarle en su viaje a Europa para entregar las botellas. A cambio de su ayuda, les entregaría una botella a ellos también.
Una vez en Europa, los tres aventureros dejaron una botella en la puerta del inmenso Hotel Transilvania (para el conde Drácula) y otra en Italia (para el niño de madera llamado Pinocho).
Llegó el día. Todos sabían dónde y cuándo tenían que estar y así lo hicieron, encontrándose con Ariel, Aladdin, Hércules y Mulán, quienes les habían reunido.
Nadie sabía de qué se trataba excepto ellos. Las miradas incrédulas hacia su alrededor continuaron hasta que Ariel tomó la palabra:
—Sabemos que habéis emprendido un largo viaje hasta aquí sin saber por qué. Agradecemos vuestra confianza y os aseguramos que acudir, no ha sido en vano.
—Como veis, hay un cofre. ¿No os preguntáis qué contiene en su interior? —preguntó Mulán.
Hércules tomó la iniciativa, abrió el cofre y en su interior había libros.
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