viernes, 29 de octubre de 2021

CRelato, 2Cenicienta, IRovira

 LA NO PRINCESA DEL s.XXI 


En un país muy lejano, donde las montañas eran tan altas como el sol, vivía una niña llamada Martina a la que le encantaba jugar a imaginarse que de una exploradora se trataba. Se enfrentaba a dragones, lobos e incluso batallaba con sus amigos para conseguir el trono del reinado inventado por ellos.

Las tardes eran muy divertidas, pero su ilusión desaparecía en el momento de regresar a casa. 

  • Martina, ¿de donde sales? ¿Crees que una niña puede llevar las rodillas llenas de rasguños? ¡Me tienes contenta! - Gritaba la madre de Martina muy enfadada a su hija. 

  • Mamá, ¡quiero ser guerrera!. - añadió Martina muy convencida.

  • ¡No digas sandeces!, tú lo que tienes que hacer es aprender de una vez por todas a realizar las tareas del hogar. ¡Ni la escoba sabes por donde cogerla! ¿Cómo vas a encontrar marido si no podrás cuidar de él? - Repetía la madre mientras limpiaba la chimenea de la casa.

  • No tengo pensado casarme . - añadió disimuladamente Martina.

  • ¿Has dicho algo guapa? - preguntó la madre.

  • Yo no me llamo “guapa”, me llamo Martina. -dijo la niña.


Martina entró a su habitación triste. No se sentía cómoda en ella porque era rosa y estaba llena de muñecos de la sección de niña, que eran para jugar a mamás y papás. Parecía un catálogo de juguetes para escribir a los Reyes Magos.  Sin embargo, ella prefería jugar con los juguetes de su hermano. 


Un día después de la escuela, Martina salió a jugar con sus amigos chicos. Siguiendo las órdenes del colegio, las niñas debían vestir con una falda de color verde oscuro hasta las rodillas, pero como no era lo más cómodo para jugar, Martina siempre llevaba en la mochila un pantalón corto y viejo de su hermano. Una vez salía a la calle, se cambiaba para poder ser quien realmente quería ser. 

Pero de repente a lo lejos, Martina reconoció un rostro muy familiar y muy temido por ella, ¡ERA SU MADRE! Y la pilló vestida con ropa de su hermano y jugando con chicos a juegos poco femeninos. 

  • ¡Martina, despídete de tus amigos porque va a ser la última vez que juegues con ellos a estas cosas! Vamos directamente a casa a hacer las maletas, mañana te vas al internado de Princesas, que ya es hora de que aprendas a comportarte como una mujer hecha y derecha. - Gritó la madre mientras se llevaba a Martina cogida del brazo.

  • No quiero ir a ese internado, soy una antiprincesas como Vanellope y no necesito ir a un internado para aprender a ser perfecta y parecer una bella muñeca. - dijo Martina.

Martina entre lágrimas se hizo la maleta y guardó en ella todo aquello que necesitaba en su día a día. Del bolsillo del pantalón, sacó un amuleto muy preciado por su parte, una pequeña espada de metal que le había regalado su amigo David para que le diera suerte en sus peores momentos. Por ese motivo, la guardó en la maleta, para así, no olvidar nunca quién era realmente. 

El camino al internado fué realmente extraño. Al pasar por mitad de la selva vió enanitos y muchos gatos, el cielo cambió de nublado a soleado. Las nubes de lluvia pasaron a ser nubes de escenario de cuento de hadas. Era todo increíble, pero muy “cursi” desde el punto de vista de Martina. 

Una vez en el internado de princesas del siglo XXI, la directora le dio un kit de supervivencia para aprender a ser una princesa. Dentro de este kit había: un vestido rosa muy pomposo, unos tacones, un estuche de maquillaje y peluquería y, por supuesto, una corona.  

Mientras el vestido subía por las piernas de Martina, en dirección contraria bajaban sus lágrimas de tristeza.

Sin embargo, la Señorita Dolores, que era la directora del internado, se acercó a la niña para consolarla.

  • No llores angelito, pronto serás una buena mujer y podrás encontrar al príncipe de tus sueños. Así, nunca más tendrás que esforzarte para sobrevivir, de eso ya se encargan ellos. Ahora vamos, que empieza tu primera clase. -Martina se limitó a seguirla por el pasillo.

Al entrar a clase, todas las compañeras de Martina la acogieron de forma muy educada y agradable. Una forma que acompañaba su apariencia arreglada y coqueta. 

Martina tomó asiento entre dos compañeras, Tamara y Esther. 

Sin pelos en la lengua, Martina les preguntó: 

  • ¿De verdad os gusta vestir así? ¿Y llevar tanto cuidado para no despeinaros? ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?

  • Por supuesto, de esta forma encontraremos un buen príncipe que nos haga felices y nos permita tener una buena calidad de vida a nuestros hijos y a nosotras. No podemos imaginar una vida distinta, porque como dice la canción de Mulán, la honra antigua y familiar podrá crecer también si logras bien casar . - contestaron las princesas.

  • Eso es porque no conocéis nada más, la época del libro de Mujercitas ya se ha acabado. Imaginad que os casáis con un hombre como el Pirata Barba Azul y no pudierais hacer nada. Igual, como en el cuento de las tortugas, no tenéis la misma suerte que Clementina y no podéis escapar de Arturo

Además, en todo caso, deberiáis poneros guapas para vosotras porque tenéis que elegiros a vosotras mismas antes que a nadie

  • ¡SILENCIO! - exclamó la profesora - vamos a iniciar la clase de labores del hogar. Empezamos con el Tema 1, Conocimientos de costura al agrado del marido. A ver Martina, ¿Crees que es importante utilizar siempre el hilo del mismo color que la prenda de ropa? - cuestionó la Señorita Dolores.

  • No lo sé, no es mi ropa y no me importa. No sé coser y si no lo necesito, no quiero aprender. Quien tenga un agujero, que se lo cosa. - respondió Martina.  

La profesora se quedó patidifusa después de escuchar la respuesta de Martina. 

  • Martina, estás castigada. Tendrás que ir a clase de modales, ya que no considero adecuada tu contestación a la pregunta anterior. A ver si así aprendes a ser una princesa que obedezca las órdenes de su marido. - dijo la profesora. 

  • Me niego, normal que luego los hombres hagan chistes machistas. ¿Por qué las mujeres se casan de blanco? Porque así hacen juego con la cocina, la lavadora y el frigorífico. Buahhhh es que vómito. - dijo Martina en todo sarcástico. 

Sin embargo, Martina no tuvo más remedio.

Cuando se dirigía a la clase de modales para recibir su castigo, Laura, hija de un importante general, la detuvo en medio del pasillo y la arrastró del brazo hasta el baño.

  • Martina, te admiro. Has contestado lo que hace mucho tiempo esperaba oír. Llevo 7 meses aquí encerrada con esta panda de ignorantes y no puedo más. Creo que podemos ser buenas amigas. Estoy cansada de aprender a ser una buena esposa, ama de casa y madre, ya tuve bastante con que mi madre me obligara a jugar con la Nintendo Ds a Imagina ser mamá. Y, lo que realmente quiero es aprender a vivir de forma libre e independiente. Quiero salir de esta jaula de purpurina porque aquí huele a machismo. 

  • ¿Y si nos fugamos? - propuso Martina.

  • ¿Cómo? Llevo intentándolo desde el primer día y están todas las salidas atornilladas a prueba de fuga. - añadió Laura.

  • No te preocupes, juntas seremos más fuertes. Toda guerrera lleva su espada, y yo no soy una princesa, soy una guerrera. Confía en mí, solo necesitamos un plan. Esto ya ha pasado en otros cuentos como en Elenita.

Miranos, como dijo Elvira Sastre en su poema, Somos Mujeres invencibles e incontenibles - dijo Martina sonriendo.

Cuando salió la luna, las dos amigas quedaron en el mismo baño donde se conocieron esa misma mañana para idear el plan de fuga y, así, cambiar el final de su cuento y ser princesas liberadas. 

  • A partir de las 12 de la noche está prohibido salir de las habitaciones, como si fuésemos Cenicienta. Podemos esperar en los baños ya que no los revisan. A las 4 de la mañana recogen las toallas sucias, podemos colarnos en el carrito y dirigirnos dentro de él hasta la lavandería, donde debemos encontrar un modo de saltar por la ventana y poder escapar sin tener ningún hueso roto. - proponía Laura a Martina.

  • Muy fácil, podemos atar sábanas y crear una cuerda. ¿A qué esto no lo aprendes aquí? Pues es más útil que todas las chorradas que nos enseñan. - aportó Martina a carcajadas. 

  • Genial, nos vemos en unos días. - dijo Laura despidiéndose de su amiga.

Unos días más tarde…

  • ¡Menos mal que ha llegado ya el día! No aguantaba más escuchando órdenes. Que si siéntate así, que si no cruces las piernas, nada de pedos cuando lo necesitas… ¡Como dice Cenicienta, nuestra vida fuera del sótano empieza ahora! - masculló Martina. 

Martina y Laura llevaron adelante el plan tal y como lo habían planeado y pudieron escapar del internado sin levantar sospechas. Decidieron correr mucho para no estar cerca del centro a la hora de levantarse y así no tener que regresar. 

A la mañana siguiente, decidieron vender sus coronas de oro y piedras preciosas en una joyería. Con ese dinero, compraron un billete de avión y volaron alto, a un país donde existiera la igualdad entre hombres y mujeres. 

Allí, fueron unas mujeres muy felices y empoderadas, no tuvieron que depender nunca de nadie, ya que estaban muy ocupadas siendo las dueñas de sus propias vidas siguiendo ejemplo de otras mujeres que cambiaron el mundo como es caso de Frida Kalo, Marie Curie o Clara Campoamor. 

Años más tarde, crearon una asociación feminista para ayudar al resto de niñas y mujeres que, como ellas, quisieran escapar del cuento opresor escrito  por la sociedad e ilustrado por el machismo. Además, Martina publicó el libro Soy pequeño, ¡y ya feminista! porque, como bien dijo un día Laura, todos deberíamos ser feministas. 




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