A continuación os mostramos el relato literario de los tres cerditos y el lobo feroz realizado por el grupo 8 de la clase de Mónica Ruiz, atendiendo a algunos de los títulos utilizados en la constelación literaria.
RELATO LITERARIO
La banda sonora hizo que Lobo supiera que había amanecido. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que dejó de escuchar el cantar de los pájaros? Tumbado en la cama, mantenía los ojos cerrados y la mandíbula apretada, el dolor de cabeza no daba tregua, y esa maldita canción monótona no dejaba de sonar. Tras levantarse se dirigió a la cocina serpenteando, aún le costaba acostumbrarse al movimiento de la ciudad, situada encima de un enorme porcino llamado Okja, un nuevo prototipo de ciudad móvil. Ya llevaba tres meses viviendo en esa condenada urbe. La Revolución le prometió innovación, cambio y pan, desgraciadamente solo obtuvo nuevos amos y una apestosa ciudad.
Todos se levantaban a las seis de la mañana para ir a trabajar a las fábricas, debías acudir a como dé lugar. Lobo buscó en la alacena el jarrón con los medicamentos, lamentablemente estaba vacío. Injurió por lo bajo, volvió a su habitación, se vistió y marchó a la fábrica Iron Pig, donde pasaría una larga jornada trabajando el hierro. Cada vez que salía por la puerta se preguntaba si alguna vez podría acabar con todo.
En la calle, una multitud se acumulaba alrededor de un altavoz, era hora del discurso matutino de Viejo Mayor, líder de la Revolución. Como era habitual, habló sobre el incremento de la producción y los avances constantes. Lobo tenía sus dudas, cada día repetía palabras parecidas pero nunca diferencia alguna, aunque tampoco decía lo que pensaba, era peligroso. Acabada la arenga, marchó hacia la fábrica, concentrado en su dolor de cabeza, eran unos pinchazos constantes. El grito de una niña, le sacó de su improvisada meditación, se encontraba a su derecha, tenía una cuerda atada al cuello y un cartel que ponía: Chihiro la Demente. Se acercó para escuchar aquello que vociferaba. Cuando chocaron sus miradas, ésta le dijo que necesitaba ayuda pues habían transformado a sus padres en gorrinos para secuestrarlos, culpa de una hechicera. Lobo pasó de ella, cada vez había más locos en la ciudad, normal.
Pronto olvidó a aquella infante, el dolor no arremetía y para su desgracia, al llegar a la fábrica, pudo comprobar que allí estaba Napoleón, uno de los líderes de la Revolución, inspeccionando el sistema. Cada vez que lo veía le entraban náuseas, olía a una mezcla entre colonia y sudor además de que su aliento era capaz de descongestionar cualquier nariz. Lucía el uniforme inmaculado y ajustado, realzando su mórbida obesidad. La última vez que visitó el lugar, un trabajador acabó arrestado por protestar. Nunca lo volvieron a ver.
Desde su puesto, Lobo vislumbraba las tres grandes casas que se hallaban en lo alto de la ciudad, que si bien todas eran ostentosas, se podía apreciar una diferencia de tamaño. Le entraban ganas de mandar volando cada una de ellas, pero eso era imposible.
Tras una dura jornada, Lobo volvía a casa, agotado aunque por lo menos la cefalea se había disipado, el trabajo mecánico y repetitivo calmó el dolor. Esperaba no encontrarse con la niña de nuevo, por lo que decidió cambiar su ruta de vuelta, la cual le llevó a calles desconocidas donde únicamente había un pequeño farol encendido bajo el que un hombre fumaba. Éste le lanzó una mirada desinteresada para posteriormente seguir observando el cielo. Delante de él se encontraba escondido una especie de pub, por lo que decidió entrar a tomar algo y relajarse después de un largo día, tenía que aprovechar su único día libre a la semana .
Se olía un ambiente diferente, era un lugar alejado de su barrio y de la ciudad. Le llamó la atención la música, la reconocía, necesitaba saber el título. El camarero pudo ayudarle, el nombre de la obra era Lobo-Hombre en París, del grupo La Unión. Lobo empezó a llorar sin darse cuenta, esa canción le encantaba a su padre, recuerda cuando escuchaban juntos aquello que se llamaba rock. Tras haberse acabado su cerveza y habiendo agradecido al camarero por su ayuda, prometió que volvería pronto. Marchó definitivamente a casa, pues antes de las nueve tenía que estar en su edificio.
Al quitarse el mono, un papel cayó al suelo, observó que tenía un mensaje en él: “Sabemos cual es tu sueño, el mismo que el nuestro”. Lobo se quedó impertérrito, no era de aquellos que se asustaban, se sentó sobre la cama para pensar cómo le habían dado ese papel y, lo más importante, que quería decir sobre su “sueño”, ¿sería el derrocamiento del sistema que tanto odiaba?, ¿quizá otras personas buscaban lo mismo?. Detrás del trozo vio un dibujo, una especie de loba alimentaba a dos infantes, era una ilustración de Luperca. ¿Qué significaba?
El agotamiento pudo con él, quedándose dormido con el puño cerrado y dentro de éste, la posibilidad de un mundo mejor, de la promesa robada.
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