¡Bienvenidos/as de nuevo!
En esta entrada, se va a poder visualizar tanto el relato escrito como el visual.
En nuestros ratos de inspiración, nos hemos dedicado a escribir diferentes fragmentos hasta poder dar forma a nuestro relato. Para ello, hemos dado lugar a nuestra imaginación y, con un boli y un papel, ¡ponernos a escribir!
EL GIRASOL DE LAS PIPAS DE ORO
Era junio de 1940, la hambruna invadía los
campos de Salamanca y en la casa de Liberto, el pequeño de cinco hermanos,
quedaban pocas esperanzas de sobrevivir. Los días se hacían largos y, como cada
año, era cuestión de días que el calor se apoderara de sus últimas energías.
Elías, el padre de familia, volvía de recoger sobras del mercado cuando se
cruzó con un hombre que les ofreció la posibilidad de cuidar un terreno de
girasoles. Tenían que recorrer 15 kilómetros a pie, sabía que las fuerzas
flaqueaban y que muy probablemente no volverían jamás a la que había sido su
casa durante tantos años, pero su familia debía aferrarse al único atisbo de
esperanza que les quedaba.
Un día y medio después llegaron a su destino
y allí se encontraron con otras seis familias más. Nadie les había dicho que
deberían compartir trabajo y ganancias pero cualquier ayuda era poca, así que
pusieron su mejor sonrisa llena de melancolía y optimismo en partes iguales.
Sin embargo, la poca felicidad que sintieron les duró poco, ya que no tardaron
en darse cuenta de que también estaba Dorotea y su familia. Dorotea era la
hermana de Elías y hacía años que le había desterrado porque había dejado
embarazada a Beatriz, una mujer huérfana desde los quince años (1) a la que
todo el pueblo conocía como “Bea la fea (2)” por sus enormes orejas (3) y su
joroba extravagante (4). Desde ese momento, para Dorotea solo serían el cocuyo
y la mora (5) de su familia. Sin embargo, Elías siempre había defendido que se
enamoró perdidamente de ella porque de tan buena que era, le faltaba veneno y
le sobraba corazón (6).
Con los primeros rayos del sol del día
siguiente las seis familias se reunieron para dividirse las parcelas de
girasoles. Como siempre, Dorotea se autoproclamó portavoz del grupo y dejó a su
hermano el único trozo al que no llegaba la luz del sol. La decisión estaba
tomada pero Elías, que sabía que no podía dejar a su familia sin comer un solo
día más, alzó la voz y dijo: “No soñaba con ser un dios, solo ser uno más en
este trabajo. No queda terreno y tampoco ilusión, pero solo tengo la misión de
salvar mi pellejo y el de mi familia. (7)” De nada sirvió porque, aunque se
miraron dudosos unos a otros, nadie quiso sacrificar parte del terreno que se
le había asignado a cambio de una parcela sin luz del sol en la que no podrían
plantar las únicas semillas que tenían.
Liberto era tan pequeño que no sabía el
significado de la palabra rendirse, por lo que salió al campo, se puso el casco
(8) que llevaba para evitar daños debido a su torpeza (9) y empezó a jugar con
el único regalo que había recibido desde que nació y que nunca soltaba, una
pala roja como el fuego (10). Elías y Beatriz estaban desolados cuando, de
repente, otro de sus hijos se les acercó para decirles que Liberto había
encontrado algo entre la tierra. A simple vista parecía una tetera blanca (11)
de porcelana hecha pedazos, pero los padres decidieron volver a enterrarlo
rápidamente, antes de que alguien se diese cuenta de que ahí podía haber algo. En
cuanto el reloj marcaba la medianoche (12), Elías salió y volvió a desenterrar
la tetera. Efectivamente, tal y como llevaba todo el día deseando, encontró
algo más. Debajo había un saco y, dentro del mismo, un diario (13). Lo sacó
rápidamente y borró cualquier rastro que pudiese quedar en la tierra. Entró a
su habitación, abrazó a su mujer y le dijo: “Mis cicatrices, frente al espejo,
son el motivo por el que a veces tiemblo (14). Tengo las manos agrietadas y mil
arrugas en la piel (15), pero por una vez en la vida siento que ha merecido la
pena.” A lo que ella respondió: “Estoy cansada de que nos tengamos que sentir
un patito feo (16) allá donde vayamos. Me enamoré de ti porque siempre supiste
que no importa lo que la gente crea de ti, lo que importa es lo que tú creas
que eres (17).”
Finalmente, leyeron el diario y su vida cambió para siempre. Un anciano adinerado, que era el antiguo propietario de ese campo de girasoles, sabía que iba a fallecer sin dejar descendencia. Entonces, encargó a su vecino que reuniera a las seis familias más necesitadas de Salamanca y les repartiera el campo para darles trabajo y asegurarles un futuro. Él sabía que había una parcela cubierta por la sombra del tejado de la casa, así que decidió esconder ahí su oro y meter dentro de su diario las escrituras de la Casa de las Conchas, que acabarían en manos de la familia más desdichada y con menos recursos.
1. Marianela era una joven huérfana de 15 años pobre y fea.
2. En la serie Yo soy Bea se refieren a la protagonista como
“Bea la fea”.
3. La característica más significativa de Dumbo es tener
unas grandes orejas.
4. El protagonista de Nuestra señora de París, el Jorobado
de Notre Dame, tiene una joroba extravagante.
5. En El cocuyo y la mora, la mora es un personaje tierno
pero desagraciado.
6. Es un fragmento de la canción Te falta veneno, de Edurne,
cabecera de la serie Yo soy Bea.
7. Fragmento de la canción Todo me da igual, de Pignoise,
que habla de sentirse un “patito feo”. Está ligeramente modificada para
adaptarla al relato.
8. El protagonista de la novela La lección de August y de la
película Wonder lleva un casco de astronauta.
9. La protagonista de Tanya, la primera bailarina en el patito feo era tan torpe que la comparaban con un patito feo.
En la película La lista de Schindler, que es en blanco y negro, aparece una niña que resalta por llevar un abrigo rojo.
11. Uno de los personajes característicos de La Bella y la
Bestia es la tetera.
12. La Cenicienta debía estar en casa antes de que el reloj
marcara la medianoche, ya que a esa hora se deshacía el hechizo del hada
madrina.
13. Ana Frank fue una niña judía que dejó su vida escrita en
un diario.
14. Es un fragmento de la canción Patito feo, de Ruth
Lorenzo.
15. Es un fragmento de La puerta violeta, de Rozalen.
16. Referencia al cuento del Patito feo y a la serie Patito
feo, que hablan del hecho de sentirse un patito feo.
17. Frase de la película de Shrek!
NOTA La moraleja de El puercoespín Serafín es que cada
individuo aprende a convivir con los defectos de los demás y admirar sus
cualidades. En esta historia, Elías no se fija en el físico de Beatriz sino que
prioriza su bondad y forma de ser.
Pero esto...¡no acaba aquí!
Nuestra representación audiovisual está basa, como es lógico, en el Patito feo. Hemos querido dar visibilidad a cómo se siente ese patito feo que nos podemos encontrar en cualquier parte. Por ello, rogamos que si en algún momento topáis con uno, por favor, acercaros y entenderle. Lo bueno siempre está en el interior.
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