¡Hola! Os presentamos nuestro relato:
«Madre mía, parece que fue ayer cuando estaba empezando la carrera. No puedo creer que en menos de un año sea Publicista», pienso mientras respiro hondo y escucho música. «¡Qué bien! Por allí vienen Marta y Nerea», me digo al verlas.
¡¡¡Carlota!!! - gritan a la vez.
¡¡¡Hola chicas!!! - digo mientras corro hacia ellas con el MP3 que me regaló mi padre.
Tía, cómo se nota que llevamos semanas sin vernos… Esto no puede ser ¿eh? - comenta Marta haciendo un puchero.
Imperdonable. - bromeo - Tenemos que salir - añado.
¿Sabéis que esta noche hay fiesta de bienvenida? - nos anuncia Nerea.
¿¿¿¿A la que vamos a ir, no???? - chilla Ángela a nuestras espaldas que acaba de llegar.
¡¡¡Hombre por supuesto!!! - decimos al unísono y nos abrazamos.
Hemos entrado a clase y en la segunda hora ya nos estaban mandando un trabajo. «Señores que es el primer día», pienso mientras pongo los ojos en blanco. Jaime, profesor de diseño, quiere que analicemos un anuncio de la campaña de McDonald 's, donde el punto de mira se pone en una calabaza.
Termina la mañana y unos compañeros de clase nos dicen que todo el mundo va ir con máscaras a la fiesta temática. Marta dice que no puede ir porque tiene que cuidar de su hermano y se encargará de mandar la práctica. El resto asentimos y nos despedimos de ella.
Cuando llegamos a la fiesta nos pedimos licor de manzana y a los 10 minutos nos llega una notificación que la práctica no se había entregado todavía. Eran las 23:40. Teníamos que entregarla antes de las 12. Estábamos a 15 minutos en coche de casa y Marta no daba señales de vida.
¿Qué hacemos? - pregunta Ángela.
Vamos a tu casa corriendo Carlota, que está más cerca. - dice Nerea.
Vamos. - digo empezando a correr.
23:47. 23:48 y estábamos a una manzana. 23:49. 23:50 tropiezo, se me sale el tacón y casi lo pierdo. Entramos en casa a las 23:55 y encendemos el portátil. 1,2,3, enviada.
Suspiramos las tres y nos quedamos mirándonos.
A la mañana siguiente teníamos una larga lista de tareas, era mi cumpleaños y me organizaron una fiesta sorpresa y Ángela invitó a Thiago, un amigo suyo de la ciudad donde vive.
No podía creerme la sorpresa que me habían organizado, y entre lágrimas y sonrisas soplé las velas y abrí los regalos. Mis amigas me regalaron una sudadera naranja, mi color favorito.
La fiesta de cumpleaños se alargó. Nerea, Marta y Ángela estaban sorprendidas de vernos a Thiago y a mí bailar toda la noche.
Al acabar la noche, Thiago nos comunicó algo que nos descolocó a todos, se iba a París. Tenía un nuevo trabajo como ingeniero en un famosísimo parque de atracciones. Me preguntaba a mí misma por qué el chico del que estaba enamorada se iba para siempre a París.
Antes de que Thiago se marchara, les conté a las chicas que había tomado la decisión de irme con él, llevábamos un mes saliendo y no quería quedarme con las ganas de no haberlo intentado. Quería emprender una nueva vida y en un sitio diferente, era la oportunidad perfecta para encontrar trabajo, aprender un nuevo idioma, independizarme, y todo ello junto al chico que quería. He de reconocer que no querían asumir la noticia que les di, pero peor fue la noticia siguiente, ¡ME CASABA! Thiago me había pedido matrimonio mientras pasamos un día de picnic. Era alucinante, íbamos a tener la primera boda del grupo, y no podíamos estar más felices porque ellas serían las madrinas de mi boda.
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